viernes, 25 de enero de 2013

SLACKLINE, NOTA DE TAPA EN CLARÍN

>SLACKLINE

Caminaré sobre las cuerdas

La disciplina crece y suma: entre edificios, sobre el agua y con trucos. Cuatro equilibristas locales dan su testimonio.
SLACKLINE (Foto: Oliver Kornblihtt)
El slackline no se detiene: se renueva. Si bien su origen se remonta a los años ochenta, hoy está en su época de esplendor: la creación de grupos virtuales, el cruce entre edificios de altura, la incorporación de las chicas al deporte y la expansión de los torneos. Y eso que no es tarea fácil caminar sobre una cinta de cinco centímetros de ancho, suspendida en el aire, donde cualquier brisa imprudente amenaza con una inminente caída y algún que otro moretón en el cuerpo.
Más allá del termómetro general y de redes sociales, hay un avance concreto : falta muy poquito para su institucionalización, porque el proyecto de la primera y única escuela de slack en Argentina ya está en poder de la Municipalidad de San Isidro: sólo resta la aprobación para abrir las puertas a equilibristas.
Los herederos de una disciplina que nació de la travesía de dos escaladores del Valle de Yosemite (California, EEUU) se reúnen diariamente en distintos puntos de la ciudad porteña: Plaza Francia, Plaza Las Heras o República de la India y Libertador. El grupo de Facebook Los Locos de la Cinta, que actualmente tiene 1200 miembros activos, los mantiene conectados todo el tiempo. Pero más conexión tiene la cinta con esos cuerpos que vuelan por los aires y que por momentos, si los viera Stan Lee, seguro crearía algún superhéroe alado.

FEDERICO TRIGLIO

"El cuerpo pasa a otro lado"

Federico Triglio (Foto: Oliver OKornblihtt)
Federico Tiglio (23) tenía 20 años cuando salió a correr por los Bosques de Palermo y se topó con unos pibes que caminaban arriba de una cinta. Poco tiempo después, pasó de ser un observador a un slackliner. Y más: su hazaña es haber cruzado entre edificios altos: “Hice Highline en un edificio de gran altura, tenía entre diez y doce pisos, junto a un grupo de Slackliners que hacía tiempo veníamos entrenando. Tomamos todas las medidas de seguridad posibles, arneses de escalada y un importante sistema de tensión entre los dos extremos. Es una actividad que se está haciendo en la Ciudad, pero no lo recomendamos para los que recién arrancan.”
–¿Qué cambió en tu vida?
–En realidad, el cambio lo noté cuando el resto de mis actividades comenzaron a mejorar y eso se debía al equilibrio. Yo pensaba que la práctica quedaba ahí arriba de la cinta.
¿Qué es lo que sentís cuando apoyás los pies en la cinta?
–El cuerpo pasa a otro estado, pasa a que tu suelo firme es una línea que se mueve mucho y que vos inconscientemente estás manejando cada parte del cuerpo para que ese movimiento sea equilibrado y uno pueda mantenerse ahí arriba.
–¿Y tu experiencia en altura?
–Aunque parece que después de una o dos veces se pierde el susto, por lo menos en mi caso, nunca lo perdí.
–¿Qué es lo más extraño de esta práctica?
–La sensación más rara de todas es no tener nada debajo de los pies, es estar caminando en el vacío. La sensación que genera la altura nos juega en contra: requiere que utilicemos nuestra fortaleza mental.

JUAN PABLO VADAGNEL

"Es como una terapia "

Juan Pablo Vadagnel (Foto: Oliver OKornblihtt)
Hace equilibrio y no contento con eso pega volteretas asombrosas. Salta, da el pecho contra la cinta, se incorpora y vuela para caer en el pasto de la plaza. Juan Pablo Vadagnel tiene 33 y lo cuenta en primera persona: “Jugué al vóley, jugué al fútbol y gracias a un amigo que practicaba escalada llegué al slack. Cuando me subí, no podía quedarme parado y veía a mi amigo moverse para un lado y para el otro, y no lo podía creer. Un día me atreví, le pedí la cinta, me fui al río y pude dar mis primeros pasos con una cinta plana. Arranqué a los veintiseis y fue muy loco, porque la gente se arrimaba y se sumaba”, recuerda.
–¿Percibís cambios en tu vida luego de practicar slackline?
–Sí, todos. Me sacó de una angustia que no me dejaba avanzar ni ver con claridad el camino correcto. Es como una terapia, todos los pensamientos que tenés se borran, te enfocás en el presente. Dejás de lado los problemas de tu casa o de tu laburo. Es un deporte que requiere mucha concentración y hace que te olvides de todo.
Esto lo dice el subcampeón del torneo de Sierra de los Padres, efectuado en diciembre del año pasado.
–¿Cuánto le dedicás al entrenamiento?
–Me subo entre cinco y seis veces a la semana. Casi siempre en Zona Norte, donde vivo, pero si pinta una juntada en la ciudad, vamos y colgamos donde sea. Hay chicos por toda la capital, además está bueno porque con la práctica conocés a mucha gente, que viene a mirar, que se sube y vuelve a los encuentros.

>MARTIN ROCA

"Para entenderlo hay que hacerlo"


Martin Roca (Foto: Oliver OKornblihtt)
Se acomoda la mano, la mueve en semi círculos. Hace muy poco le sacaron un yeso que no le impidió subir a la cinta y hacer algo que rige su vida, el equilibrio. Martín Roca (26) nació en Los Angeles y, a pesar de que lleva más tiempo en Argentina que en su país natal, aún conserva el acento y cierta terminología yankee. Después de atravesar una crisis provocada por una ruptura amorosa y la pérdida de un buen trabajo, slack se coló en su vida.
Martín tiene una particularidad en el universo del slack. Es el único practicante que logró un backflip en la cinta: esto es un salto mortal para atrás, que además está registrado en un video de YouTube.
“Empecé a entrenar hace 8 años, aunque siempre hice deporte. Buscaba expresar mis emociones a través de la acrobacia y apareció el slack. Desde ese momento, le dedico entre cuatro y ocho horas a la cinta, todos los días.
Tengo un laburo de medio tiempo en una pizzería, que me lo permite”.
–¿Cómo fue tu primer cruce entre edificios?
–Las primeras personas que cruzaron edificios fuimos un amigo y yo. Cruzamos un segundo piso en Palermo, estaba abandonado y, además, era la inauguración de una peluquería de amigos. Para este 2013, mi objetivo es hacer el primer backflip en altura. No tenemos ningún rollo ni bandera política, pero logramos subir a Macri a la cinta en la inauguración del Parque de los Niños en Costanera.
–¿Cuál es la clave arriba?
–Desarrollar un buen nivel de autoconciencia. Practicar ayuda mucho y te encontrás en la cinta con tu peor enemigo, que sos vos. Empezás a escuchar tu respiración, los latidos de tu corazón, te percibís como nunca antes. Para entenderlo, hay que hacerlo.

Y Madonna también lo hizo

Madonna frente al skyline
Enrique Ruete y Luis People son los slackliners que hace muy poco tiempo se encontraron haciendo cinta con el brasilero Carlos Neto y el ruso Jaan Roose, respectivo bailarín y maestro de Madonna. La reina del pop suele bromear con Roose llamándolo The Machine. “El domingo después de haber salido con nosotros a ver La Bomba de Tiempo, Rocco lo llamó a Neto a la habitación del hotel para hacer slackline, pero él se negó diciéndole que estaba hiper cansado. No contento con eso Madonna le pidió que baje y así terminamos todos haciendo slack en un parque”, cuenta Enrique Ruete que recuerda muy bien el porte de dos guardaespaldas que le seguían la sombra a Rocco Ritchie.





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