lunes, 28 de febrero de 2011

Mujer… si puedes tú con Dios hablar… ¡Dile que me transforme en hombre!

 Desde ese momento en el que mamá le contó a toda la familia que la nena se transformó en mujer, comenzó el calvario. Eso de "la nena se transformó en mujercita" fue para mí una terrible sentencia. Por ese entonces los únicos dolores que me aquejaban eran las cascaritas de las rodillas cuando patinaba por el asfalto luego de una intempestiva caída de bicicleta. Otros dolores o molestias provenían del peine fino que me despojaba de esos insolentes parásitos en la cabeza.
Pero cuando “me hice mujer” apareció un tremendo dolor de ovarios que me imposibilitaban la tarea de ir a jugar con las chicas o de andar en bici. Una vez hasta me regalaron algo por la llegada del periodo. ¿Un regalo por el dolor? Cuando me caía me retaban, ahora que me vino me premian, decía.
Esa regla. Esa maldita regla. Dejé de juntar plata para las figuritas de Barbie, para pasar a comprarme las toallitas de Block Gel, las de las alas, las adherentes, las de forma de bikini, las que tienen perfume, las que no tienen nada, las que son para la noche, las que son ultra finas y las súper archi finas que vienen en bolsitas con las iniciales de tu nombre.
Después me hice más grande y ya me había cansado perseguirme tanto por si se me veía la toallita o no, por si me había manchado el pantalón y hasta le temía subir a una escalera por el mero hecho de dejar al descubierto el manchón delator. Me había cansado y llegaron los tampones a mí vida. Recuerdo que para ponerme uno estuve tres horas intentando mientras papá golpeaba ferozmente la puerta. No salí hasta lograrlo toda sudada, cansada y por supuesto, dolorida.
Por esa época yo era la única “tontita” que no había debutado sexualmente. Tenía 18 años, ya era una “vieja” entre mis amigas. Casi por obligación social terminé acostándome con un insulso semi hombre que ni sabía lo que era un preservativo. Y ahí descubrí otro dolor femenino. El desfloramiento. Algo que supuestamente debería ser placentero, resultó un tremendo bodrio sucio y doloroso. Preferible olvidar el debut…
Pero las veces siguientes también fueron molestas. Siempre hay posturas que molestan. Pero, ¡ojo! Porque si ellos quieren que te pongas en esa pose, te tenés que poner en esa pose. Y no importa si a vos te molesta, duele o aburre. Si no lo haces sos un bicho raro y el menor insulto es frígida. Repito: hasta el sexo se tornó molesto.
Luego me enamoré y la cosa se transformó en una incomodidad. La cosa: el sexo. Ahora ni siquiera tenía que esperar al verano para las depilaciones dolorosas. También tenía que verme “femenina” para él. Y bueno, llegó la depilación. De piernas, de cavado (que duele como masticar dos puta parió y luego tragarlos), de bozo (la pera, los bigotes y aledaños), tira de cola (esas pelusas que aparecen antes de que aparezca tu culo cuasi celulítico, que ya tendrá un apartado) y algunas otras partes. El dilema es el siguiente: ¿qué uso? ¿La maquinita que no duele ni un poco, a menos que te cortajees el pellejo y derrames tu triste sangre en la bañera y que dura 48 horas? ¿la cera que dura 1 mes pero duele como un enema tamaño manguera de vivero? Y la cera siempre gana cuando se trata de calidad. Y ahí descubrimos otro dolor que llevaremos encima por años, hasta que el pellejo de la vejez se confunda con los pelambres del cuerpo. La depilación. La santa y la maldita cera. Se calienta, nos quema, se pega en todos lados, nos hace llorar pero nos despoja de todos esos pelos que ni deberían existir. Pero están, sólo para recordarnos que nacimos mujeres. Mujeres del siglo XX, preocupadas y ocupadas por la cera, los tampones, el pelo, la piel y el aroma vaginal.
Hace unos días me quedé cual estatua de plaza mirando fijamente mi botiquín. Y pensé, ¡Por díos, que cantidad de guita que hay en este dos por dos! Y todo lo uso. No lo podía creer.
En una cajita colgada a la pared del baño puedo tener –y de hecho tengo-:
Fijador de pelo, crema para peinar, aerosol para el frizz del pelo, crema de enjuague, shampoo, crema facial, crema de manos, crema para celulitis, quita esmalte, tres esmaltes de color, limas para uñas, piedra pomex, exfoliante cutáneo, cotonetes, protectores diarios, crema desmaquillante, maquillaje, alicate, crema depilatoria, cera depilatoria, pinzas depilatorias, tres perfumes, dos desodorantes anti transpirantes y un rollo de papel higiénico. Y si me olvidé de mencionar algo es porque seguramente lo llevo en la cartera.
Sigo convencida de que es muy doloroso ser mujer. Y ni siquiera mencioné el embarazo y el parto. Porque no pasé por eso. Pero estoy muy segura que duele, y debe doler demasiado… Pero como somos hijas del rigor, y como dijo una vez Simone de Beauvoir “nacemos con una sentencia innata”, decidimos tener un hijo, sufrimos como perras y luego tenemos otro… Y así.
Por eso, queridos hombres, cuando se quejen de que no les gustó el puré o que no tenemos ganas de tener sexo esta noche, o bien, cuando olvidamos planchar esa camisa para la reunión de mañana… piensen antes algo muy importante y real: somos mujeres carajo, y eso… Ya duele!
FELIZ DÍA CHICAS, FELIZ 8 DE MARZO PARA TODAS
Por Nadia Brenda Salva

lunes, 14 de febrero de 2011

Esto es amor!

Y la re calcada de tu madre. Cupido existe y yo lo acabo de matar con Raid. Bueno... en realidad está debajo de la mesa con retorcijones.
El maldito pelirrojo en bombachas me despertó golpeando el vidrio de la ventana de mi cuarto con la punta de su flecha. Y ahí le dije:
- Llegás a entrar y te juro que te aplasto con la chancleta, aladito en terlipes.
Al tipo no le importo. Sobrevoló mi cabeza y mientras me estiraba en la cama, alcancé a tomar el Raid y pUfffff... Al enano con alas media dosis.
Cayó al suelo de un golpe. Las flechas se lanzaron por todos lados y sin querer... Una alcanzó mi brazo izquierdo. Sí, ese brazo del lado del corazón. No le hubiese salido mejor si lo preparaba. El tipo volvió a triunfar. Y en el último instante de su aliento me amenazó:
- Podrás matar al ángel del enamoramiento, pero el ángel del amor vengará mi muerte. Y vos vivirás para verlo. Así amarás locamente, te amarán y además sufrirás como una condenada. Perra

¡Me amenazó! El muy colorado en terlipes me amenazó. Ahora necesito una escoba para sacarlo de acá y un teléfono urgente. Estoy extrañando de una manera muy rara al hombre de mi vida. Ese que me saca canas verdes, que me hace llorar como una neurótica y me alegra el día con una sola sonrisa.

Felíz día a todos, zoquetes....
Ah, les dejo una muy buena escena de una película nacional de amor. Mucho amor...

Nadia Brenda Salva

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