sábado, 11 de diciembre de 2010

La madrugada de la sandía. ¡Y feliz año nuevo!


Heme aquí. Soltera, 26 años, estudiante encaprichada de periodismo. Emancipada hace dos meses. Dando vueltas por mí casa, a las cuatro y doce minutos de la madrugada del día sábado 11 de diciembre. Me dediqué a la ardua tarea de cortar en cuatro pedazos una gustosa sandia. El hambre me carcomía –o auto carcomía- la boca del estómago.
Recién hoy comencé mis esperadas vacaciones laborales y decidí disfrutarlas a mi manera. Haciendo casi nada, o lo mínimo indispensable. Sin tanta presión del reloj y del tiempo. Sin despertarme a las ocho AM a pesar de haberme acostado y dormido a las 4 de la mañana… Estas son las consecuencias. Un hambre urgente y un sutil dolor de cabeza que me dice que ya dormí lo suficiente.
Estoy soltera. De novia, pero soltera. Casi peleada, y lamentablemente no me molesta. ¿Lamentablemente? Bueno, tal vez no tan lamentable.
Estoy, o todos estamos, a un par de días de finalizar este 2010. Y recién pensaba en lo que me falta para completar mis objetivos 2010 en estas dos semanas. (Ya comenzaron a cantar los pajaritos… en breve saldrá el sol y seguramente me vuelva a dormir). ¿Acaso comienzo a creer que lo que no hice en el transcurso del año, lo podré cumplir en dos simples semanas? Bueno… según. Por ejemplo, no cumplí con mis expectativas académicas. No rendí la cantidad de materias que tendría o me hubiese gustado sacar. De hecho, logré casi nada… Y no pienso aclarar cuantas materias saqué, sería una humillación casi o totalmente pública.
Por otro lado: amor… ay, del amor… patéticamente incorrecto. Me enamoré de un señor mayor, sí. Bien mayor. Una especie de editor chiflado que padecía de alguna forma el síndrome de Peter Pan. Es simple, el tipo no quiere crecer. Y así lo demostró, seduciendo a una  estúpida niña de 25 años que flotó en sus fantasias con la ilusión de encontrar un hombre que le pueda enseñar la puerta de la vida… Y quizá lo hizo: le enseño la puerta… de salida. ¡Ilusa! ¿Vos te creíste que un tipo de 46 años se iba a enamorar de tu estupidez de niña de mamá ni siquiera emancipada? Todavía sigo esperando la lección o la moraleja de la experiencia. Porque para darle el broche de oro a esa “ruptura” no tuve mejor idea que volver con mi ex. Que, vale aclarar, hace pocos días me dijo que le daba la impresión de que nuestra vuelta fue “la opción más lógica, porque si te quedabas con ese viejo, a tu plenitud de la vida, al tipo había que estarle cambiando los pañales o aguantando su senilidad”. Otro tema. El ex... tremendo concepto que abarca cientos de cosas. Sí, por vos lo digo. Si te enojas por lo que publico, es tu tema, es tu problema. Haceme juicio por injurias, calumnias o lo que quieras. Acá no te pongo el nombre y el apellido, "al que le calce el guante..." Sabes como termina esto...

Mido 1,65, peso casi 57 kilos. Es la primera vez que peso tanto en mi vida. Siempre estuve en los casi 50 kilos hasta que cumplí los 25. Me cambió todo, la panza vuelca sobre el jeans ajustado, que antes se veía sexi, ahora se ve patéticamente asexuado, los famosos flotadores se hacen ver, y se ríen cuando aún tengo hambre. Y el resto del cuerpo… bien, gracias.
Hoy me desperté a una hora de entrar a mi malversado trabajo. Opté por un café de Starbucks a media mañana. Sin nada sólido. Creyendo que lo podía aguantar, el mareo del mediodía me sumergió en una ensalada calórica de papa y huevo que terminó por cerrarme el apetito hasta esta hora. La madrugada de la sandia.
Dije que el primer día de mis vacaciones comenzaría el gimnasio. ¿Seguirá estando el gym el lunes?
Comencé a escribir este año para una revista, como colaboradora, pero me encanta. Cumplí tres años en el diarito barrial del que también soy parte. Comí mucho sushi, tomé mucho Gancia, volví a buscar el cigarrillo en momentos de soledad, sobre todo cuando mi amigo virtual no está conectado en el MSN. Un amigo que conozco desde que tengo 12 años, y del que volví a encontrarme gracias al gran Facebook. Que dicho sea de paso, mi actual novio lo hackea de vez en cuando. No, no lo odio.

Y bueno…. Como dicen las mujeres que quieren llenar su vacío en público: “Y bueno… nada”. Termina el año, recién comienzo mi vida independiente en una casita simpática, rodeada de las cucarachas de verano, un par de plantas, mi notebook, un nuevo celular que me busca todo el tiempo, el hometheather de un solo parlante, un par de libros leídos y otros no. Una sandía por la mitad y un millón de ganas de ponerle el sentido real a mi vida. Y por supuesto, de comenzar un nuevo año con muchas risas, exitos y sorpresas...
¡Feliz 2011, zoquetines!
Por Nadia Brenda Salva
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