lunes, 25 de mayo de 2009

Entrevista a Gabriel Schultz


Por Nadia Brenda Salva

Joven y abierto muchacho cuarentón, que al finalizar “Basta de Todo “ en La Metro 95।1 FM, tuvimos una grata charla…

¿Cómo fue tu iniciación en la carrera de Periodista?
En la escuela, ubicada en Jonte y Terrero (“Fray Justo Santa María de Oro”), en 5º grado escribía un diario del grado. Estudie computación, y a los 20 años me di cuenta que nada de lo que estaba estudiando me gustaba, y que quería ser Periodista. Comencé a estudiar en TEA. Y a los 23 años me recibí.

¿Tuviste una rápida inserción laboral?
Al tercer año, inmediatamente, vino gente de la producción del programa la Noticia Rebelde, a buscar estudiantes de TEA. Mi primer trabajo fue en radio Municipal en 1989, y después con Marcelo Araujo, comencé en el '93, hacía el personaje de René, y nadie sabía quien era. La idea era que no se supiese quien estaba detrás del personaje.

Algún consejo para aquellos que sueñen con ser periodista
No laburar gratis. Nunca. Se que es difícil, pero más fácil es tener gente que trabaja gratis. Cuando uno entra en medios, el pibe recién egresado, te usan, no cobra. Y es una rueda. Van y vienen jóvenes. No tiene sentido.

Gabriel Schultz, “Presidente por un día”
Por un día no se puede hacer nada. Pero trataría que nadie de los de mi entorno robe, me parece que es una condición importante. Rodearme de gente útil y eficiente, que sepan ejecutar bien sus cargos, con probada eficiencia.

Gabriel Schultz “Todopoderoso”
Trataría de darle salud a todos los que me rodean. Buena salud hasta el último día, pero no vida eterna, sería un lindo poder. Pero asegurar una muerte linda en todos los aspectos.

En este sentido, vemos relucir un Gabriel espiritual y emotivo que en la Televisión y en radio no se suele ver.
No. En la TV y en el micrófono hago un personaje irónico y ácido que no soy yo. Sino no podría subsistir. Tengo una dosis de humanidad aunque no la demuestre.

Una gran dosis de humanidad
Nunca había pensando ser todopoderoso, con lo cual es más fácil responder.

¿Un Sueño hecho realidad?
Vivir de lo que quiero, y de lo que me gusta hacer. Quería laburar y ser bueno en lo que me gusta, y lo logré. El periodismo es una carrera para uno, una carrera de vocación. Y ese fue mi sueño cumplido.

¿Una tarea pendiente?
Aprender algún instrumento. Nunca lo hice. En principio, cuando estuve estudiando guitarra, mi madre me mandó a estudiar ingles -le agradezco-; hoy toco el teclado. No lo considero una frustración, pero no lo considero necesario para comenzar en el hoy.

Un día en tu vida.
En general me despierto a las 8, despido a mis hijos que entran al colegio, me quedo en casa laburando en la compu, voy a la radio, después de las 18 horas, invitaciones a eventos, teatro, entrevistas, reuniones.

¿Qué te depara esta segunda mitad de año?
Lo mismo que ahora, terminar de escribir el segundo libro de Máximas (“Máximas del Hombre Cualquiera” personaje que sale los miércoles a las 16 hs. en la Metro), que posiblemente esté publicándose en noviembre o diciembre y seguir con TVR (sábados en canal 13 a las 22 hs.), radio (Basta de Todo, Metro 95.1 14 hs.) y teatro (La obra de humor "Oi, Oi, Hoy" Stand Up Judío). Por ahora eso es todo.

Tu ídolo
Gene Simmons, el guitarrista de Kiss. De chico Martín Karadagian, Los Tres Chiflados, James Bond, Batman. El Super Agente 86.

Sin contar con juicios de valor, ni acotaciones, le pedí a Gabriel que diera su Okey o No, a los siguientes personajes mediáticos (a nuestro criterio)

Jorge Guinzgurg OK
Sofovich NO
Suar OK
Tinelli OK
Pergolini NO
Susana गिमेनेज़ OK
Matías Martín OK
Chavez NO
Paris Hilton NO
Maradona OK
Daisy Mae Queen NO
Gustavo Cerati OK
Bruce Willis OK
Homero Simpson OK

viernes, 22 de mayo de 2009

Mini report! A Hilda Lizarazu.


Por Nadia Brenda
En el marco del lanzamiento de Hormonal, su nuevo disco, con Hilda conversamos sobre el suceso y su participación en el Buenos Aires Festival Internacional de la Música.

¿Qué te hace sentir todo este público tan variado que salta al compás de tus temas?
Mucha alegría, mucho cariño. Mucha protección, pero principalmente alegría. El show de hoy fue puro amor.

Puro amor, ¿Igual que tu nuevo disco?
Sabes que si! Puro corazón como mi guitarra.

Irradiaste eso.
Esta muy bueno generar eso en la gente. Yo recibo eso de la gente y los quiero muchísimo. Es como un amor mutuo, creo que esta bien dar y recibir amor, no?

¿Que es lo nuevo que vamos a escuchar?

Mira, parte de las canciones que están grabadas en este Hormonal, cantamos algunas, no todo el disco, es un disco numero dos propio, cantando y transitando por esta vida, tomando algunos tragos dulces y otros amargos, y tratando de expresar dentro del camino de la belleza. Porque uno siempre busca esa armonía. Por lo menos en mi caso. Me gusta más transitar lo luminoso que lo oscuro, pero también la oscuridad está en mi. Solo que no todo el tiempo. Me gusta más los acordes mayores. Pero en la música los acordes menores también me acompañan.

¿Qué te identifica con la oscuridad?
La nostalgia. Pero también la acepto. Puedo beber de esa copa y hundirme en un mar nostálgico.

¿Que sucedió en tu encuentro con Pedro Aznar?
Fue una invitación de Lito Vitale, fue una experiencia muy linda. La verdad es como que estoy en transito. Vitale es una persona y un músico a quien admiro muchísimo, es un enorme trabajador, la verdad sorprendente. Me invito un par de veces a cantar canciones que están lejos de mi mundo pop y una de ellas fue una zamba bellísima que se llama “La Pomenia” acompañada por el en piano, y Pedro en bajo y voz.
La verdad que fue un honor esa experiencia. Tenia como un poco de temor, pero cuando lo cante, me emocione muchísimo, y creo que logre transmitir la belleza en esa melodía de Leguizamón que es increíble. Así que esa fue la primera vez que cante con Pedro.
Y ahora me volvió a invitar para otra cosa distinta que es “Mujeres Argentinas”. Yo voy con el Pop y además sigo incursionando. Esta bueno hacer cosas de otro.

REPORT A SERGIO LAPEGÜE


Por Nadia Brenda Salva

¿Cómo organizas tu día sin caer en situaciones de agotamiento, sobretodo porque tenés el programa en Blue muy temprano, y el noticiero a ultima hora?
Y no es fácil organizar la vida cuando esta uno esta todo el día atado a mismo tema que tiene que ver con la información y con la necesidad de estar actualizado siempre, permanentemente. En algún momento yo necesito estar con los pies en el pasto en el fondo de mi casa. Aunque sea 10, 20 o 30 minutos. Ese es mi contacto con la tierra, el desestresss. Para poder afrontar después la realidad, que sigue siendo dura.

Literalmente vos estás descalzo en el jardín de tu casa.
Exactamente. Sentado tomando mate, o hablando con mi mujer, o jugando con mi nene a la pelota. Ese es mi dessestres. En invierno tiene que estar el hogar prendido, y escuchar ese ruidito de chisporroteo. No es fácil, porque cuando voy al trabajo en el remis, trato de relajarme antes de empezar el noticiero, tomarme 5 0 6 minutos de meditación. Dejo que la mente fluya con cualquier cosa cerrando los ojos. Familia, trabajo, amigos, el ultimo gol, nose…lo que sea! Dejo volar. Estoy aprendiendo a dedicar un minuto para mí, el minuto donde vos te sentás y respiras. Escuchar tu propia respiración, y con eso volás. Y solo es un minuto, nada más. Pero esto no es nada con respecto a la locura y el stress que uno tiene, no es nada del otro mundo. Es llegar a vos mismo y buscar tu paz interior aunque sea momentánea. Pero no lo hago bien, ese es mi sueño y también mi desafío.

Cuando te vemos en TV, se te nota tranquilo, parsimonioso, con cierta paz. Y a la gente le gusta recibir eso.
Si, y la verdad es que soy todo lo contrario. Un hiperactivo, un enfermo, un loco. Y es porque estoy terminando mi día laboral. Yo estoy comenzando a la noche, y termino ahora, a las 12 del mediodía después del programa radial.

¡Comenzás tranquilo y terminas a full!
Claro, es lógico también. Porque estas con el cansancio natural y además yo soy un tipo hiperactivo, yo transmito esa paz, pero por dentro voy a mil. Yo estoy diciendo lo que tengo que decir, respondiendo mails, mandando mensajes de texto, todo en el mismo instante. Vos me llamas al noticiero y yo te respondo al instante.
Yo veo la luz roja, y me tranquilizo. Se que soy raro. No se si esta bueno o malo, eso es algo propio de uno. Yo soy un fanático de Elvis Presley. El, allá en 1953, le fue a grabar un disco a su mama. Y en la discográfica, cuando el se presenta, le preguntaron “¿y tu a quien imitas? El respondió, yo no imito a nadie. No me quiero parecer a nadie. Y así soy yo.

Muchos coinciden en que tu reconocimiento como periodista reside en un nuevo estilo de conducción, en los noticieros, ¿Crees que se impondrá el estilo Lapegüe?
Yo creo que si. Pero no es el estilo Lapegüe, es un estilo más descontracturado. Ya telefe esta haciendo lo mismo con Pavlosky. El mismo canal 13 también lo esta haciendo. Yo al principio tuve mucha crítica, obviamente porque cuando vos modificas una estructura provocas una especie de mini temblor y eso genera crítica también. En el propio entorno, no? ¿Cómo vas a decir eso? Vos estas loco! Si, si. Estoy loco pero soy sana. Me acuerdo cuando dije “No cabecees”, me llamaron y me dijeron, vos no podes decir eso. Pero de a poquito se fue imponiendo porque la gente lo fue aceptando. Yo fui 15 años movilero y 5 años de productor, había hecho todas las escalas, asistente, productor, productor ejecutivo, cronista, movilero, y cuando me toca la etapa de conducción, me dije, “esta no me la voy a perder” y me dan la noche que es el peor horario. Entonces me dije, “tengo que hacer algo para que yo mismo me vea”.
Ojala que sean los noticieros así, que se diga la verdad, que vos digas las noticias duras, eso va a ser que vos seas creíble, con la información. Pero un poco de descontracturado no viene mal, porque la noticia es muy dura.

¿Cómo surgió el juego de prender y apagar las luces en la ciudad?
De casualidad. En un momento, estábamos mostrando imágenes de la ciudad, el año pasado. Y veo un edificio que justo apaga la luz, y dije al aire “¿Podes creer que te acabo de ver a vos que apagaste la luz?” Y la volvió a prender. A los siete u ocho meses “El Rifle” me propone el juego de apagar y prender la luz. Hasta que empezaron a jugar, y de repente me llegaron mails de todo el mundo diciendo que ellos prenden y apagan. Por eso ahora se nos ocurrió que nos manden imágenes de prender y apagar, porque si vos estás en Calamuchita y no tengo cámara para mostrarte, vos mismo te mostrás. La verdad que estoy solo en esto, porque no tengo una estructura firme del canal, para apoyarme con promoción o algo. No quieren nada.

No tendrás apoyo del canal, pero si de mucha gente. Tal es así que tenés hasta fan clubs, como las Lape Lovers!
Y en Facebook tengo 9000 seguidores, en “Yo lo banco a muerte”, y después hay como 12.000 más en otro sitio. Y no lo puedo creer, porque soy periodista. Se que esto tiene que ver con la consecuencia, con la perseverancia fundamentalmente. Yo quiero ser conductor desde hace 15 años, la verdad es esa. Pero tal vez si hubiese comenzado hace 15 años, no me habría ido bien. Porque vos vas aprendiendo con el tiempo, y vas poniendo ladrillos sobre otros, y vas armando una estructura sólida, bien fuerte. Yo veo como muchos se sientan en la conducción muy jóvenes, y tal vez van haciendo el aprendizaje sentados ahí. Pero en este medio, cuando vos hiciste las cosas mal, desapareciste muy rápido. Yo creo que vino justo, a pesar de que tengo 43 años, podría haber empezado a los 35. La mayoría de los conductores tiene 28 o 30 de los que empiezan. Pero hice las coberturas de la calle más trascendentes. Esta bueno porque tengo una historia para contarle a mis hijos, enorme, de todo lo que he vivido, desde la AMIA hasta la explosión de Río Tercero, el tiroteo a Ferreyra, el avión que se cayó en San Pablo, la muerte de Fran Sinatra. Imagínate en 15 años todas las distintas coberturas que tuve. Las tomas de rehenes, los asaltos. Soy un gran remador.

¿Qué programa te negarías a conducir rotundamente?
No se, pero ¿Sabes donde me veo? En un programa tipo Sorpresa y ½. Me veo parecido a Julian Weich de alguna forma. Esa buena onda, la relación con la gente, me veo bien con eso. Me veo bien en el lugar de Nico Repetto cuando tenía ese dialogo con la gente, me veo bien en el papel de Guinzburg con el papel de la joda, la ironía, me veo bien en el lugar de Pergolini haciendo CQC. Me veo bien en todos lados. Nunca en el de Peluffo en la casa de gran hermano.

¿Te ha sucedido terminar un programa y quedarte pensando en la estupidez que dijiste?
Me ha pasado muchas veces. A veces digo cosas que no tengo que decir. Me arrepiento. ¿Sabés porque? Porque estoy escribiendo un mail, mandando un mensaje de texto, y de repente me dicen “Faltan 5 Lape”, y cuando estoy al aire, lo que me imagino lo digo, en el momento. Y a veces digo cosas que no quiero decir. Y si me arrepiento.

Supongamos que estamos por arrancar el programa “Almorzando con Sergio Lapegüe, ¿Quiénes serian los invitados de tu primera mesa?
Lo invito a Mario Mazzone, sin duda lo invito a Elvis Presley, a Mirta Legrand. Preguntándole porque nunca me invitó, sabiendo que mi respuesta igual sería que no. (ríe). Tengo mucha gente, sin dudas sería una mesa larga y loca. Sentaría a Cristina, a Charly al lado de Elvis.

Escuchándote cantar muy bien, me gustaría saber cual es tu relación con la música
Por ahora es limitada por mi falta de tiempo, pero tenia varios grupos. Fue manager de uno, Los Valiants. A veces me subo al escenario a cantar por audaz, pero en realidad soy el manager. Pero me gusta cantar mucho. Además de tocar la guitarra y el piano. También me dicen que la música a mi carrera le quitaría seriedad, lo cual me parece dos cosas totalmente distintas. La música es la música y las noticias son las noticias.

Un hombre se transforma en hombre cuando…
Cuando es padre y ejerce como padre.
Un lugar en el mundo donde te refugias…
El césped de mi casa, en el fondo.
Un momento de audacia…
Cuando estoy en una moto de agua saltando por el mar y volando por el aire.
Un momento de miedo…
El primer día que salí al aire en vivo.
Por ultimo, ¿Cómo va la vida?
Mi vida va en el tren bala, todavía no pude parar en ninguna estación। El tren bala está en búsqueda de la felicidad, y tal vez la felicidad esta arriba del tren. Pero no me di cuenta.


jueves, 14 de mayo de 2009

Cuentito

Un libro grande, pesado, con hojas gastadas y sin atractivos gráficos nunca me cautivó। Nunca tuve ganas de descifrar sus páginas। Prefería prender la TV y echar a volar mi tiempo। Pero el tremendo “libraco” siempre estuvo en mi mesa de luz, y eso me hacía ver como la estudiosa, o la chica aplicada que por las noches se inundaba en la lectura। ¡Mentira! Asumo que sólo es una cuestión de imagen, y por más que por ahí digan “la soledad por las noches desespera”, a mi no me desespera para nada, y no hay excusas para la lectura। Me aburre. En la escuela era obligación, ahora a mis 19 años, soy una mujer adulta, dueña de mis decisiones y actos. ¡Qué ilusos! Un pesado libro en mi mesa de luz no quiere decir que me interese la lectura. Siempre hay algo más de lo que se ve. Siempre hay algo oculto. Y este libro es la alcancía de mis recuerdos. Cada noche que me siento un poco sola y busco la nostalgia, abro la página 241 y le doy rienda suelta a mi memoria. La página 241 guarda la foto del ser más maravilloso de todo este planeta. Es un hombre fuerte, celoso, misterioso y amante. El cual, al conocerlo, no pude resistir olvidarme de mí. La diferencia de edad no incidió para nada en nosotros. No puedo decir que fue una relación, porque realmente no lo fue. Pero si puedo afirmar con absoluta convicción, que vivimos. Vivimos al máximo mientras duró.

Sentada en el aula, pocos días antes de terminar la cursada, exactamente un 27 de Noviembre de 1984, recibí el mejor regalo de cumpleaños de todos los tiempos. (Mis dulces 16 realmente fueron dulces) Irrumpió en la clase de biología, un despistado profesor de otro curso. Situación irrelevante para todos. El máximo flechazo para mí. Fue inmediato. Rápidamente la hermosa sensación de haber compartido un cruce de miradas, me transportó a otro mundo. Fue cuestión de segundos. Así como también fue determinante mi pedido para ir al baño, sólo para seguirlo y verlo entrar a su respectiva aula.
Confirmé। El aula 3. El curso era 5to, un año más que el mío. De alguna manera sentí la pequeña satisfacción de haber cumplido conmigo ese día. Después de ese 27 de noviembre, nada fue igual.

Me senté a comer esa noche con mi familia, mi hermano reía con Alf, un extraterrestre peludo que comía gatos y decía estupideces. Mis padres hablaban de cualquier cosa. Y yo, Amanda, totalmente alienada en mis pensamientos. Esa noche decidí casi de manera inconciente planear e imaginar como sería el encuentro más íntimo entre ese total desconocido y yo. La perversión no es mi predilección, pero esa noche formó parte de mí.
Cada día de clase se transformaba en una cuenta regresiva, cada día que pasaba sólo acercaba las tan despreciadas vacaciones. Y por ende, las clases terminarían. Por lo tanto, mis anhelos, mis sueños más ocultos llegarían a su fin. O más bien, comenzarían.
Marcos daba Historia, tenía 41 años y muy pocas veces lo vi sonreír.
Una semana después de haberlo descubierto entrar a mi aula por accidente, decidí ir a su búsqueda en un recreo y contarle cualquier trivialidad. “Hola, Usted es muy parecido a mi tío Juan Pérez, ¿lo conoce? Ahora que lo pienso, ¡Que idiotez! A lo que él respondió, “Si, lo conozco. Es el que maneja el contrabando de dientes y lo apodan ratón.” ¡Que respuesta! Como si me hubiese estado esperando. En ese preciso momento dejé de sentirme lejos de él, dejé de ser una desconocida. Y dije: “Que gracioso, sabía que mi tío era un coleccionista de rarezas, ahora entiendo el mercado negro de los dientes. Me llamo Amanda Magdalena Orr. El dijo: “Marcos, y podés tutearme.”. Palabras eternas.
Tan eternas que se desplazaron por esas mágicas tres semanas que duró la cursada de mis últimos días en cuarto año.
Hablábamos en el recreo, nos veíamos a la salida, y un día hasta nos encontramos en el pasillo de los baños. Sólo para hablar de cualquier cosa irrelevante pero muy importante.
El verano se sentía en las paredes, y el permiso para desabrocharnos el delantal, fue un regalo de los dioses.
Las clases, un día llegaron a su fin। No recuerdo exactamente como fue, que terminamos hablando horas por teléfono। Y siempre, hasta en las situaciones más bizarras, una cosa lleva a la otra. Y está no fue la excepción.

Una calurosa tarde de febrero, nos encontramos. Fuimos a caminar por un tranquilo barrio de la ciudad porteña. El tiempo volaba al lado de Marcos, tan así que ni me percaté cuando cayó el sol y el reloj marcó las 22 horas. Mi mamá estaba entrando en pánico cuando la llamé. Le avisé que esa noche me quedaba a dormir en casa de Laurita. Mi fiel amiga, que me salvaba hasta en situaciones que ella nunca supo. Como ésta.
Con la flamante excusa de ir a conocer la impresionante biblioteca de Marcos, fuimos a su casa. Un humilde PH del barrio de Flores. Pero con tanto misterio, que la mejor película de suspenso aburría.
Un lindo lugar para un hombre solitario y de pocas risas. Hablamos, nos sentamos en el piso de la cocina, y abrió una botella de Ginebra. Nunca le confesé que esa era mi primera vez con el alcohol. Pero creo que lo notó cuando me volví algo verborrágica y pesada. Fue un viaje de ida y vuelta a una tierra desconocida ese vaso de Ginebra.
Recuerdo que me levantó y me acostó en el sillón del living. Recuerdo ese tierno beso en la frente. Recuerdo cuando apagó la luz y se dirigió a su cuarto.
Tenía un leve mareo y los ojos abiertos cuando decidí no pensar en nada y seguir sus pasos.
Esa noche hubo un robo. El robo de todos mis límites morales y éticos habidos y por haber. El robo de toda mi conciencia sobre la realidad. De toda mi pureza robada por Marcos.
Tengo fragmentos de imágenes de esa noche de insomnio provocado por el placer de lo prohibido. Un fuerte empujón contra el espejo colgado en la pared, terminó por hacerlo añicos. Pero no nos importó. Seguíamos hundidos en esa locura extravagante. Las sábanas revueltas, ropa esparcida por el suelo, la mirada de un perro negro de peluche nos observaba. Una flor seca tirada en el piso terminaba por cerrar una imagen perpetua.
La transpiración de Marcos y mis pensamientos hechos gramajo, me hicieron feliz. En su mesa de luz, un pañuelo ensangrentado por el golpazo que se dió mientras me tenía en alzas. Imágenes de una verdadera escena surrealista. Pero real. Tan real como esas noches de verano en las que salíamos a caminar y luego me volvía a quedar en casa de Laurita.
No todas las historias tienen finales felices. Decidimos no vernos la primera semana de clase. Para no levantar sospecha. Y así fue. Entre mi desesperación de sólo acatar su orden, casi construyo un altar entorno a su foto. La segunda semana de clase parecía soñada ¡y tan esperada! El camino a la escuela lo hice corriendo, llena de ilusiones y mariposas en la panza revoloteando. Todas mis ganas se desplomaron de un segundo a otro, cuando en la puerta de la escuela flameaba un cartel que decía: “No hay clases por duelo” La vuelta a casa fue a las puteadas, pateando todo lo que se me atravesara por el camino.
El día siguiente me encontré camino a la escuela, feliz de nuevo, saltando. Ese día no había cartel. Tampoco había Marcos. No se porque no le pregunté a nadie sobre su ausencia.
Es el día de hoy, que prefiero no saber que ocurrió. Prefiero no conectar ese maldito cartel en la puerta de la escuela con la ausencia de Marcos.
Sólo me limito a abrir la página 241 de mi pesado y aburrido libro llamado “el nombre de la flor o de la rosa”, da lo mismo. Ahí se condensa, en una foto, mi secreto. Y el de Marcos. Se guarda mi más preciado tesoro. El que nadie conoce, y nunca sabrán. Menos por mi boca. Quizás algún día, Marcos lo confiese.

Brenda Salva
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